Notas sobre un mundo: 'El Reino' de Lars von Trier


Una misteriosa historia de fantasmas (espíritus y demonios) en un espacio fantasmagórico de la contemporaneidad (un hospital gigantesco). Un pequeño gran teatro donde se representan las pasiones y miserias humanas encarnadas en personajes inolvidables. Una batalla entre el bien y el mal que se entabla en el marco de la planta de neurocirugía. Una inquietante obra de terror que hace asomar reflexiones sobre lo trascendente. Una narración repleta de humor que hace reír a carcajadas. Una obra de arte con un estilo visual técnicamente virtuoso, particular, innovador, tan seductor como convulso.

RECUERDOS DE CINE

Seminci (Semana Internacional de Cine) de Valladolid, 1995. En una sala pequeña y en una sección modesta de la programación del festival (“Punto de Encuentro”, dedicada a películas que no están en la sección oficial a concurso pero que se consideran de cierto interés o relevancia estilística o temática) se proyecta una serie de la televisión danesa llamada Riget, o The Kingdom, o El Reino, de Lars Von Trier, director ya relativamente conocido en España entre los cinéfilos por sus primeras películas: El elemento del crímen y, sobre todo, Europa. Un puñado de espectadores –que paulatinamente van convirtiéndose en cómplices– gozan, entusiasmados, de 280 excitantes, divertidos y conmovedores minutos repartidos en cuatro episodios. Asombrados, incrédulos, los asistentes que se habían aventurado a pasar casi cinco horas de su vida en un cine viendo un trabajo del que apenas existían referencias en nuestro país, subtitulado en inglés y simultáneamente en castellano, aplauden efusivamente al final de cada episodio. Comparten la sensación de estar asistiendo a un acontecimiento cinematográfico, a una obra tan insólita como impresionante.

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David Eloy Rodríguez
(Publicado en el nº 2 de Cámara Lenta, junio de 2007)

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